ShopDreamUp AI ArtDreamUp
Deviation Actions
-Hace tiempo, que no veo la luz del sol metida en esta celda revestida de blanco. Le dio con la voz casi entrecortada por la tristeza
- Por favor, Malena, no empieces. Dijo con voz de cansancio, mientras pasaba la mano por sus muslos sobre el pantalón como si se limpiara de algo desagradable que le había caído y arrugado o ensuciado la tela. Federico ya se conocía de memoria la habilidad de Malena para autocompadecerse, su nombre lo decía todo. Así que viró la cara, reconociendo su debilidad ante el sufrimiento de su musa. Que más que musa era su tortura, la razón de su fracaso, el demonio vestido de mujer que fue enviado desde la corte de los infiernos para traerle penurias. A quien amaba entrañablemente, dependiendo de su existencia sin desearla.
Malena permanecía inmóvil sentada en el suelo, con el pelo revuelto que se obstinaba en marcar líneas anchas en su frente sudada. Su labio inferior era cruelmente cruzado por una incisión causada por un barrote de metal de la cama que le había sido asignada. Sus manos, que alguna vez fueron pequeñas y graciosas, ahora enojadas, mostraban sus venas en forma de protesta formando canales parecidos a los desagües, hasta llegar a sus muñecas cubiertas de gasas apretadas que parecían las pulseras de los esclavos.
Mira lo que te has hecho. Yo solo quiero saber por qué eres tan imbecil, le decía sin anteverse a mirarla ¿Por qué yo soy tan tonto? ¿Por qué yo te necesito? Se que sería más feliz si nunca te hubiera conocido. No podía evitar que el labio le temblara según pronunciaba esas preguntas, a la cuales muy bien sabía que no tendría respuesta.
Malena no estaba capacitada para pensar demasiado en ese momento, y por lo pronto parecía que tampoco durante las próximas semanas. Se la pasaban endrogándola para que no se pusiera agresiva y no intentara nada contra sus otras compañeras o contra si misma, que era justamente el "target" de sus atentados. Ella miraba hacia la nada. Escuchaba a lo lejos como un susurro el rosario de preguntas sin respuestas que su único compañero que repetía una y otra vez sin cansancio. Finalmente, sin salir del todo de su letargo habló nuevamente: Yo no te pedí que te quedaras. Comentario que causo a Federico la necesidad de arrodillarse frente a ella, agarrarla por los hombros y jamaquearla.
-Mala agradecida! le gritó sin darse cuenta de lo que había dicho hasta que lo dijo. Esperó a ver la reacción de su verdugo que solo movió sin emoción sus pupilas para mirarlo sin mucho interés. Y se perdió en una mirada profunda y tenebrosa, en dónde solo había tinieblas y el horrendo estruendo del vacío. Ante esto, nuevamente influenciado por sus propias emociones, que no eran más que proyecciones de las de ella, le dijo mientras en desesperación la abrazó con fuerza, como si creyera que ella deseaba escaparse de sus brazos, y llorando desconsoladamente dijo: Ya verás. Ya verás, mi bella Male, que todo saldra bien. Saldremos de esta. Te lo juro.
- Por favor, Malena, no empieces. Dijo con voz de cansancio, mientras pasaba la mano por sus muslos sobre el pantalón como si se limpiara de algo desagradable que le había caído y arrugado o ensuciado la tela. Federico ya se conocía de memoria la habilidad de Malena para autocompadecerse, su nombre lo decía todo. Así que viró la cara, reconociendo su debilidad ante el sufrimiento de su musa. Que más que musa era su tortura, la razón de su fracaso, el demonio vestido de mujer que fue enviado desde la corte de los infiernos para traerle penurias. A quien amaba entrañablemente, dependiendo de su existencia sin desearla.
Malena permanecía inmóvil sentada en el suelo, con el pelo revuelto que se obstinaba en marcar líneas anchas en su frente sudada. Su labio inferior era cruelmente cruzado por una incisión causada por un barrote de metal de la cama que le había sido asignada. Sus manos, que alguna vez fueron pequeñas y graciosas, ahora enojadas, mostraban sus venas en forma de protesta formando canales parecidos a los desagües, hasta llegar a sus muñecas cubiertas de gasas apretadas que parecían las pulseras de los esclavos.
Mira lo que te has hecho. Yo solo quiero saber por qué eres tan imbecil, le decía sin anteverse a mirarla ¿Por qué yo soy tan tonto? ¿Por qué yo te necesito? Se que sería más feliz si nunca te hubiera conocido. No podía evitar que el labio le temblara según pronunciaba esas preguntas, a la cuales muy bien sabía que no tendría respuesta.
Malena no estaba capacitada para pensar demasiado en ese momento, y por lo pronto parecía que tampoco durante las próximas semanas. Se la pasaban endrogándola para que no se pusiera agresiva y no intentara nada contra sus otras compañeras o contra si misma, que era justamente el "target" de sus atentados. Ella miraba hacia la nada. Escuchaba a lo lejos como un susurro el rosario de preguntas sin respuestas que su único compañero que repetía una y otra vez sin cansancio. Finalmente, sin salir del todo de su letargo habló nuevamente: Yo no te pedí que te quedaras. Comentario que causo a Federico la necesidad de arrodillarse frente a ella, agarrarla por los hombros y jamaquearla.
-Mala agradecida! le gritó sin darse cuenta de lo que había dicho hasta que lo dijo. Esperó a ver la reacción de su verdugo que solo movió sin emoción sus pupilas para mirarlo sin mucho interés. Y se perdió en una mirada profunda y tenebrosa, en dónde solo había tinieblas y el horrendo estruendo del vacío. Ante esto, nuevamente influenciado por sus propias emociones, que no eran más que proyecciones de las de ella, le dijo mientras en desesperación la abrazó con fuerza, como si creyera que ella deseaba escaparse de sus brazos, y llorando desconsoladamente dijo: Ya verás. Ya verás, mi bella Male, que todo saldra bien. Saldremos de esta. Te lo juro.
A quien es, sabe
Gracias por ver mas allá de los harapos que arman este insignificante organismo. Por ver lo que yo no puedo ver de frente al espejo de pared. Me dices: sos mágica y busco en el reflejo del agua el hechizo que puedes ver.
No hay nada, solo el constante ir y venir de las hondas inconsistentes, un reflejo casi incoloro del patetiquismo de mi rostro, que no es más que la sombra de un alma que nació marchita. "Sos hermosa" y mientras tus labios pronuncian estas palabras, el viento me obsequia las notas de un piano que suena detrás de 7 montañas.
¿Es para mi? Y el silencio de tu sonrisa eterniza el pasadi
Eres
Eres, eres y no dejas de ser
Siempre en infinitivo y en presente,
en acción, en el momento.
En mi tienes la aparatosa fuerza de un rayo, de un relámpago,
y es así como tus latidos empujan la arena
que cae inevitablemente dentro del cristal,
dentro de mi reloj, de mis días contados.
Eres la rueda, la energía,
El ritmo, el tempo que me impulsa.
La llamada al teléfono, el timbre del horno,
la alarma del despertador.
Eres la esperanza, la idea en las noches en vela,
la luz que dibuja sombras en las paredes oscuras de mis anhelos.
Eres la aurora, el color, el aroma a rocío.
Eres en presente, y
otra mierda son ton ni son
Ahí quien por naturaleza está solo. La soledad viene ya incluida en el
paquete de las cualidades que definen su personalidad. Esas personas sufren
de la desgracia de que sin importar a dónde vaya o con quien vaya su
corazón, que tiene una especie de tejido impermeable que solo impide que esa
sustancia que se produce cuando tienes compañía no penetre, es incapaz de
sentir. Ni conoce lo que es sentirse resguardo por alguien, ni le queda por
descubrir, para ellos simplemente no existe; y tampoco existe la soledad
puesto que no lo reconocen como un estado anímico sino que la única manera
de exist
sin humildad
Hubo un silencio sepulcral en el que solo era capaz de sentir el vago sonido de su respiración casada, pero no duro mucho. Nuevamente sonó el teléfono. Lo miró sin atreverse a contestarlo inmediatamente. Tenía miedo, un miedo horrible a escuchar lo que era una gran posibilidad que le dijesen. A la misma vez que el corazón se le aceleraba por el miedo a escuchar lo que no deseaba escuchar, se sintió aliviada al pensar que podría escucharle otra vez y que si llamaba de nuevo era porque lo le había enganchado la llamada en la cara intencionalmente.
Sentada en la cama mirando el teléfono que se e
© 2005 - 2024 Moiraine-Borgia
Comments3
Join the community to add your comment. Already a deviant? Log In