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Hubo un silencio sepulcral en el que solo era capaz de sentir el vago sonido de su respiración casada, pero no duro mucho. Nuevamente sonó el teléfono. Lo miró sin atreverse a contestarlo inmediatamente. Tenía miedo, un miedo horrible a escuchar lo que era una gran posibilidad que le dijesen. A la misma vez que el corazón se le aceleraba por el miedo a escuchar lo que no deseaba escuchar, se sintió aliviada al pensar que podría escucharle otra vez y que si llamaba de nuevo era porque lo le había enganchado la llamada en la cara intencionalmente.
Sentada en la cama mirando el teléfono que se encontraba boca abajo a su lado, espero que sonara cerca de 7 veces, hasta que al parecer desistieron de llamar. Pasaron algunos segundos y se observo en el espejo de su gavetero. Miró su figura distorsionada por las lagrimas que se acumulaban en sus ojos sin atreverse a lanzarse de clavado por sus mejillas ya enrojecidas.
Del silencio emergió el capullo de una música que provenía de una pantalla color azul. Esta vez no demoró. Se levantó y buscó su teléfono móvil entre las cosas que había dejado en el suelo.
- ¿Hola?
- ¿Por qué no contestaste?
- No lo sé. Pero ya te he contestado ¿no?
- ¿Pero a la segunda llamada?
- Yo te he llamado en muchas ocasiones luego de una discusión no me has llamado. Así que no se de dónde sacas el valor para discutirme eso.
Otro silencio. La luz estaba apagada, preparado para dormir se había acostado y prendido el aire acondicionado. No sabía exactamente lo que sentía, si estaba molesto, tenía miedo, ganas de gritar, o de llorar, o de golpearla. No quería que nada malo pasara pero el no definir exactamente que sentía y cómo, el miedo al fracaso, entre otras cosas, le estaban jugando una pasada a traición.
La tormenta de ideas que se movía a modo de torbellino le torturaba. Escuchaba una voz a lo lejos que le hacía preguntas que no parecía entender. Mientras su mente se contradecía y se le presentaban un millón de opciones, algunas completamente ilógicas trataba de concentrarse el la situación que estaba ocurriendo. No quiero dejarla.
- No se que esta pasando por tu cabeza ahora, pero yo estoy agotada.
No tenía contestación verbal para ella, permaneció en silencio. Yo no quiero dejarte. Tampoco quiero que sigamos peleando. Se que hay cosas que debo cambiar. Lo se. Quiero hacerlo, pero no se como. Tienes que tenerme paciencia, échame una mano.
-¿hello?
-eh
-¿Tu me has escuchado?
-¿Qué me dijiste?
-Tan poco te importa…- dijo con voz entrecortada.
-Mira, ¿sabes qué? Lo mejor es que no dejemos. Mejor es que se acabe esto por qué así serás más feliz.
-Parece que no sabes que me hace feliz entonces.
-Ya estoy cansado de todo esto. Mejor dejémoslo aquí, y no hablemos más nada.
Nuevamente todo se cubrió de silencio. Miró su celular…FIN DE LLAMADA. Su pesadilla se había se había hecho realidad. Yo no se que más debí hacer para ganarme el respeto y el amor de este tipo. Pero nada, de todos modos es mi fracaso.
Ay Dios! Se jodió todo. El gesto de tu rostro fue sufriendo la metamorfosis de la furia a la tristeza. Se tapo el rostro con las manos. ¿Por qué la cosas tienen que ser así? No tienen que ser así. Es una tontería, una tontería más con simple solución. Todo esto puede cambiar. Seguro que si. Extendió su mano hacia donde había dejado su teléfono, dejando ver en su rostro la evidencia de su abatimiento.
Se acostó y se enjuagó las lagrimas con su viejo edredón. Me ha cerrado la puerta. Dios, por favor ayúdame a resolver esto. Yo no quiero que esto se termine. Esto para mi vale demasiado.
El teléfono empezó a dar tono, marcó tanteando en la oscuridad las teclas que ya oprime automáticamente. Terminó de marcarlas y antes de que comenzara la llamada colgó. ¿ Y si ya no desea saber mas de mi?
Sentada en la cama mirando el teléfono que se encontraba boca abajo a su lado, espero que sonara cerca de 7 veces, hasta que al parecer desistieron de llamar. Pasaron algunos segundos y se observo en el espejo de su gavetero. Miró su figura distorsionada por las lagrimas que se acumulaban en sus ojos sin atreverse a lanzarse de clavado por sus mejillas ya enrojecidas.
Del silencio emergió el capullo de una música que provenía de una pantalla color azul. Esta vez no demoró. Se levantó y buscó su teléfono móvil entre las cosas que había dejado en el suelo.
- ¿Hola?
- ¿Por qué no contestaste?
- No lo sé. Pero ya te he contestado ¿no?
- ¿Pero a la segunda llamada?
- Yo te he llamado en muchas ocasiones luego de una discusión no me has llamado. Así que no se de dónde sacas el valor para discutirme eso.
Otro silencio. La luz estaba apagada, preparado para dormir se había acostado y prendido el aire acondicionado. No sabía exactamente lo que sentía, si estaba molesto, tenía miedo, ganas de gritar, o de llorar, o de golpearla. No quería que nada malo pasara pero el no definir exactamente que sentía y cómo, el miedo al fracaso, entre otras cosas, le estaban jugando una pasada a traición.
La tormenta de ideas que se movía a modo de torbellino le torturaba. Escuchaba una voz a lo lejos que le hacía preguntas que no parecía entender. Mientras su mente se contradecía y se le presentaban un millón de opciones, algunas completamente ilógicas trataba de concentrarse el la situación que estaba ocurriendo. No quiero dejarla.
- No se que esta pasando por tu cabeza ahora, pero yo estoy agotada.
No tenía contestación verbal para ella, permaneció en silencio. Yo no quiero dejarte. Tampoco quiero que sigamos peleando. Se que hay cosas que debo cambiar. Lo se. Quiero hacerlo, pero no se como. Tienes que tenerme paciencia, échame una mano.
-¿hello?
-eh
-¿Tu me has escuchado?
-¿Qué me dijiste?
-Tan poco te importa…- dijo con voz entrecortada.
-Mira, ¿sabes qué? Lo mejor es que no dejemos. Mejor es que se acabe esto por qué así serás más feliz.
-Parece que no sabes que me hace feliz entonces.
-Ya estoy cansado de todo esto. Mejor dejémoslo aquí, y no hablemos más nada.
Nuevamente todo se cubrió de silencio. Miró su celular…FIN DE LLAMADA. Su pesadilla se había se había hecho realidad. Yo no se que más debí hacer para ganarme el respeto y el amor de este tipo. Pero nada, de todos modos es mi fracaso.
Ay Dios! Se jodió todo. El gesto de tu rostro fue sufriendo la metamorfosis de la furia a la tristeza. Se tapo el rostro con las manos. ¿Por qué la cosas tienen que ser así? No tienen que ser así. Es una tontería, una tontería más con simple solución. Todo esto puede cambiar. Seguro que si. Extendió su mano hacia donde había dejado su teléfono, dejando ver en su rostro la evidencia de su abatimiento.
Se acostó y se enjuagó las lagrimas con su viejo edredón. Me ha cerrado la puerta. Dios, por favor ayúdame a resolver esto. Yo no quiero que esto se termine. Esto para mi vale demasiado.
El teléfono empezó a dar tono, marcó tanteando en la oscuridad las teclas que ya oprime automáticamente. Terminó de marcarlas y antes de que comenzara la llamada colgó. ¿ Y si ya no desea saber mas de mi?
A quien es, sabe
Gracias por ver mas allá de los harapos que arman este insignificante organismo. Por ver lo que yo no puedo ver de frente al espejo de pared. Me dices: sos mágica y busco en el reflejo del agua el hechizo que puedes ver.
No hay nada, solo el constante ir y venir de las hondas inconsistentes, un reflejo casi incoloro del patetiquismo de mi rostro, que no es más que la sombra de un alma que nació marchita. "Sos hermosa" y mientras tus labios pronuncian estas palabras, el viento me obsequia las notas de un piano que suena detrás de 7 montañas.
¿Es para mi? Y el silencio de tu sonrisa eterniza el pasadi
Eres
Eres, eres y no dejas de ser
Siempre en infinitivo y en presente,
en acción, en el momento.
En mi tienes la aparatosa fuerza de un rayo, de un relámpago,
y es así como tus latidos empujan la arena
que cae inevitablemente dentro del cristal,
dentro de mi reloj, de mis días contados.
Eres la rueda, la energía,
El ritmo, el tempo que me impulsa.
La llamada al teléfono, el timbre del horno,
la alarma del despertador.
Eres la esperanza, la idea en las noches en vela,
la luz que dibuja sombras en las paredes oscuras de mis anhelos.
Eres la aurora, el color, el aroma a rocío.
Eres en presente, y
otra mierda son ton ni son
Ahí quien por naturaleza está solo. La soledad viene ya incluida en el
paquete de las cualidades que definen su personalidad. Esas personas sufren
de la desgracia de que sin importar a dónde vaya o con quien vaya su
corazón, que tiene una especie de tejido impermeable que solo impide que esa
sustancia que se produce cuando tienes compañía no penetre, es incapaz de
sentir. Ni conoce lo que es sentirse resguardo por alguien, ni le queda por
descubrir, para ellos simplemente no existe; y tampoco existe la soledad
puesto que no lo reconocen como un estado anímico sino que la única manera
de exist
Malena: en el paseo de un vago
Caminaba con la mano en el bolsillo con aparte gesto indiferente y sin rumbo fijo. Disimulando la efervescente intriga que imbuía subiendo por mis venas descontroladamente.
Las mil historias sin narrar, la mayoría de ellas sin un principio o un final definido, una trama sin consistencia, simples narraciones mediocres por narrar. Un millón de automentiras en las que solo yo creía y un billón de preguntas que jamás podrán ser contestadas. Y así mientras miraba el suelo mientras caminaba cabizbaja y tensa, tratando de desviar los pensamientos hacia los zapatos, las sombras de los transeúntes que la l
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